Me fui haciendo más y más chiquita para
estar dentro,
dentro tuyo y dentro mío,
sintiendo la alianza del abrazo más
tierno.
Con un cielo sin estrellas,
con escarabajos patas para arriba
con muchas canciones
un
vestido en el placar
y todo eso flotando fuera mientras yo
estaba dentro.
“¿Incómodo?”
“No, todo lo contrario”
y fui más adentro.
Cuando ya no sabía más (aunque nunca supe
nada)
te abracé más fuerte
y sentí la mano en la nuca con mucha
dulzura
(pero no sabías que me gustaba).
No paraba de hablar ni de callarme
de soplar respiración,
iba y venía (aunque solo quería estar más
adentro)
y, después, el beso en la frente
(aunque tampoco sabías cuánto lo quería),
la mano fuerte agarrando la mía,
y mientras todo eso
salían algunas estrellas, después se
ocultaban
y vos que no sabías
(ni sabés)
y yo que tampoco sabía
(ni sé)
pero ahí, dentro,
me sentí refugiada,
encontrando sin querer un abrazo,
un momento de río
(que fluía y fluía)
una barba
sólida,
una mano segura
un te quiero mucho (y no sé);
un momento de seguridad y alegría,
de roble, ginko y jacarandá.
Uno real.
Tan lindo, lindo.
Yo también te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario