Creo que la pava era nueva y el microondas casi que
también: nos levantamos los tres, bien temprano, y para hacer el desayuno del
día de la madre (y como a mamá le gustaba tanto tanto el mate) calentamos la
pava adentro del microondas. Empezaron a salir chispitas mientras mirábamos la
pava girar ahí adentro, pero creíamos que era normal. No sé cómo lo escuchó,
pero mamá salió de la cama, dejó de hacer de cuenta que dormía para que
pudiésemos sorprenderla con el desayuno, y sacó la pava del microondas.
Un día llegué a casa y mamá había decorado todo el ropero: lo había llenado de recortes de “La llama que llama”. Me había encantado la sorpresa. Mamá siempre hacía, siempre hace, cosas así.
Mamá me preguntó muchas veces qué me pasaba, porque decía
que tocaba la guitarra cuando estaba triste. Me dijo, cuando volvimos de
Tornquist, “ahora me doy cuenta de que estás más contenta, hacía mucho que no
cantabas”. Y yo no me había dado cuenta, ni de una ni de la otra.
Siempre quiso decorar para las fiestas, hacer postres nuevos (uno, especialmente, horrible), buscar música nueva, aunque fuésemos siempre los mismos.
Mamá siempre está sacando fotos, todo el tiempo, a todo, hasta a la tortuga adentro de la criollita.
Me pintó una Guadalupe una vez y también pintó una Sagrada Familia, que estaba sobre el hogar y ahora está acá, sobre el sillón.
Estudió con tres hijos que, ahora veo, nunca se dieron cuenta de que estaba estudiando. ¿Lo hacía a la noche? Mamá es una gran gran bibliotecaria y lectora: “Doña Zanahoria se puso un sombrero…”. Me compró mi primer libro y también mi primer Harry Potter
Mamá es horrible con las plantas, menos con las aromáticas y los cactus.
De chicos nos armaba caballetes en el patiecito para pintar. Me escribió una biografía a los 10 años cuando le dije que quería ser escritora y que, en la contratapa de mi libro, tenía que estar la información de la autora. Mamá nunca se rio de las cosas que soñábamos.
Para mí siempre va a tener 27 años, creo que fue la primera vez que le pregunté la edad, cuando se estaba peinando en el baño, y ahí la inmortalicé.
Mamá toma un montón de mate, le encanta pintar, la música, el charango y el ukelele, le gusta cocinar y tejer, sacar fotos, captar el momento.
¡Mamá tiene un carácterrrrrrr! le cantábamos “no te enrudes (turururu) que te necesitamos. Si te enrudas, tu confians (?) es que hoy ganamos”. Mamá es muy sensible y entra en pánico, cada vez menos, cuando nos enfermamos o se le cae una torta.
Mamá se olvida a veces de los ingredientes o de la comida en el horno. O esconde los alfajorcitos y después se olvida de sacarlos para los cumpleaños.
Mamá es emprendedora, encara y encara y encara. Todo hobby, todo sueño, lo pone en marcha. Y si quiere aprender ukelele a los 40, lo hace. Y si quiere cambiar de trabajo y de vida, lo hace. Mamá llora mucho, pero es muy fuerte, muy.
Ojalá sea cierto lo que dicen, que somos parecidas. Ojalá lo seamos más que en la sonrisa y en el mate y en los libros.
Mamá tiene tan buen gusto y tanto corazón que transforma todo, hasta la distancia, en un hogar.
Qué lindo. Lo leí en voz alta.
ResponderEliminarHermoso!!!
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